Una mujer de Nigrán luce tatuajes en honor «a quienes me sacaron del pozo»
Cada vez es mayor el número de personas tatuadas y menor el estigma de la sociedad, pero la libertad de expresión aún se limita en función de los símbolos o dibujos que se luzcan.
Josy, una vecina de Nigrán de 34 años, es una de esas personas que ha visto cómo se la juzga por la tinta de su piel sin tener en cuenta que tras sus tattoos hay experiencias que le han marcado más que la aguja.
La suya es una historia de resiliencia y superación que cuenta «por si sirve para ayudar a alguien que esté sufriendo bullying o cualquier otro tipo de maltrato físico o psicológico».
La sonrisa que mantiene bajo las lágrimas que brotan durante su relato delatan que las cicatrices internas son las heridas más dolorosas.
«Si llevara dibujos de Supermán nadie me miraría mal, pero a mí me han llamado facha o dejado de hablar porque los míos son de la Guardia Civil, y luego dicen que hay libertad de expresión...», lamenta esta superwoman que con catorce años y 1,43 metros de estatura consiguió zafarse de los insultos, amenazas y golpes de su entorno pegándose a los «gigantes del instituto, que eran los mayores de FP de Electromecánica».
«Los superhéroes para mí son los guardias civiles porque ellos me rescataron de un infierno de maltrato y bullying. Así que, aunque ahora tenga que aguantar críticas, lo peor ya pasó», advierte esta valiente mujer. Tras ser capaz de salir del pozo que puso en riesgo su vida ha
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