Lo de Luis Roldán, aquel golfo socialista aragonés que puso a la Guardia Civil en la cota del desprestigio total,
ha dejado paso -aunque los corolarios de ambas situaciones son distintos- al episodio de la directora general, que ha puesto pies en polvorosa ante la corrupción marital… Siempre hay que seguir la pista del dinero.
Doña María Gámez siempre estuvo bajo la sombra de la sospecha. Su fuga inducida desde La Moncloa, rápida como el viento, deja paso al silencio que, en ningún caso, tiene que ser judicial. La dimisión (sic) sucedió al día siguiente que tanto Sánchez como su edecán, Patxi López, presumieran vehementemente de más de 100 años de honradez cuando la historia de su partido es una retahíla de casos indecentes.
La señora Gámez, al menos, se ha ido a su casa, porque el anterior roldanesco se marcó un periplo mundial mientras sus antiguos subordinados le buscaban debajo de las piedras. Ahora, han colocado al frente del ejército de 80.000 hombres y mujeres armad
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