Los coches eléctricos recién adquiridos por la Guardia Civil no tienen cargadores y las motos recién renovadas en el Seprona no recorren más de 60 km
Parecía que después del escándalo de la compra de las pistolas Ramon que ya han tenido que empezar a ser devueltas, los guardias civiles ya habían alcanzado el límite de calamidades provocadas por la Dirección General del cuerpo, pero no. La renovación de los vehículos de la Guardia Civil por coches y motos eléctricos ha resultado tan ecologista como desastrosa.
Los 380 coches eléctricos que con boato adquirió la Guardia Civil para renovar el parque automovilístico de la Benemérita permanecen bien aparcados en los cuarteles porque se adquirieron antes de que hubiera postes con los que cargar las baterías. El retraso en la solicitud de los fondos europeos con los que se pretendía adquirir cargadores para la mitad de los cuarteles en el año 2022 acarreó el retraso de la compra de dichos postes y los coches, ecológicos y relucientes, no tienen quién los cargue.
La idea era adquirir los postes de recarga en dos años, la mitad en 2022 por 4,9 millones de euros, y la otra mitad en 2023 por 4,7 millones. Pero, al no gestionar los fondos europeos con los que se iban a comprar, finalmente se compraron todos juntos en diciembre a la adjudicataria Orange por un monto total
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