Si hace pocos días les hablábamos del incendio en una zona del cuartel de la Guardia Civil en Punta Umbría, que quedó sofocado por la rápida intervención de un agente, hoy toca hablarles de las vicisitudes para poner una denuncia.
Aquel día que le comentamos, el guardia que estaba de turno tuvo que hacer las veces de bombero, extintor en mano, para que el fuego no fuera a más y quedara en un susto, aun evidenciando cierto abandono en esa zona de acuartelamiento.
En la localidad costera de Punta Umbría, que en los meses de verano triplica la población, parece que los guardias no dan más de sí para atender el día a día.
Decimos parece porque una persona tuvo que ir un mismo día en tres ocasiones para poner una denuncia – afortunadamente no se trataba de un asunto de urgencia o gravedad- y en las tres ocasiones se marchó de vuelta a casa porque los guardias andaban desbordados de trabajo.
A la segunda fue la vencida y al día siguiente sí pudo oficializar la denuncia que pretendía porque un agente dejó lo que tenía entre manos para recogerla y darle curso.
La situación está complicada en el cuartel y no es la primera vez que ocurre. Aunque estamos pendiente
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