Fue uno de las decenas de miles de víctimas del coronavirus. Enrique Rodríguez Galindo, general de Brigada expulsado de la Guardia Civil, falleció en febrero de 2021 en Zaragoza, donde vivía con su familia.
El general Galindo llegó a dirigir la Comandancia de la Guardia Civil de Guipúzcoa, tras años destinado en el cuartel de Intxaurrondo, en San Sebastián, desde el que se controlaba el despliegue del cuerpo en la provincia más castigada por ETA. Destacó por las operaciones para desarticular comandos de la banda terrorista, incluida la detención de la cúpula en Bidart.
El Tribunal Supremo le condenó por el secuestro y asesinato de los etarras José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala, que en 1983 fueron secuestrados por guardias civiles, torturados, asesinados a tiros y enterrados en una fosa con cal viva.
Tres años antes de morir, Galindo recibió una carta de uno de los familiares de esos dos asesinados por el terrorismo de Estado. Lo cuenta Juan José Mateos, veterano del Grupo de Acción Rápida (GAR) de la Guardia Civil que, en el libro ‘Pikoletos’, relata la historia de esa unidad y su papel en la lucha contra ETA.
Mateos desvela que, durante unas jornadas del Servicio Vasco de Criminología y de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, conoció a un familiar de uno de los dos etarras, Lasa y Zabala. Mantuvieron el contacto, visitaron el cuartel de Intxaurrondo y el Palacio de la Cumbre, donde Lasa y Zabala fueron torturados, y finalmente ese hombre le p
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