El Código de Conducta de la Guardia Civil, tal y como adelantó OKDIARIO, puede convertirse en el último jaque del Gobierno destinado al intento de control de la Benemérita y de sus asociaciones profesionales: Marlaska las quiere calladas, sin crítica y alejadas de cualquier “discurso político”.
Así llama el Gobierno de Sánchez, por lo visto, a que los agentes se defiendan de la discriminación, falta de material, exceso de turnos o de una ley de Seguridad que les reduce la presunción de veracidad en sus actuaciones.
Las asociaciones de la Guardia Civil no dan crédito al texto, auspiciado por el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, que, bajo el nombre de Código de Conducta, pretende limitar la actuación de sus agrupaciones profesionales. La más significativa es Jucil, que ha encargado ya un informe jurídico para intentar tumbar lo que considera un ataque a la “libertad asociativa y de expresión” de los agentes.
Lo cierto es que el texto de ese Código de Conducta deja en manos de una arbitrariedad política la limitación de las acciones de las asociaciones de los guardias. Porque bastará con encontrar una similitud entre lo que pide, por ejemplo Jucil, para imponerle automáticamente el silencio. Y eso se podría aplic
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