Aunque el ministro Marlaska dijo que la Policía Nacional estaba muy bien donde estaba en Barcelona –o sea, en su residencia habitual de la Via Laietana–, Ada Colau sigue maniobrando para echar a los maderos de allí.
RAMÓN DE ESPAÑA
Periodista
¿A qué viene esa insistencia, que solo va a llevar a estériles discusiones con el Ministerio del Interior, es decir, con el Estado? Tengo mis teorías al respecto, ya que la excusa de recurrir a la memoria histórica (¿o histérica?) y crear un centro sobre la represión franquista no resulta muy creíble (¿qué piensan exponer en ese museo, la porra y el puño americano con el que el abyecto comisario Creix zurraba a los rojos detenidos?). Un centro sobre la represión es como esos museos de la paz que se anuncian cíclicamente en lugares que se distinguieron precisamente por lo contrario: el material expositivo suele ser escaso, por motivos obvios, y a lo máximo que se puede aspirar es a fabricar una especie de teatrillo en la línea del Tren de la Bruja de los parques de atracciones cutres (y en el caso de la paz, ya me dirán ustedes qué se puede mostrar, aparte de bonitas fotos de palomas blancas sobre cielos despejadamente democráticos).
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