«Estaba sentenciado». El cese del general de Brigada Pedro Garrido como jefe de la Guardia Civil en Cataluña no ha pillado por sorpresa a los aproximadamente 3.000 agentes que tiene a su cargo en esa demarcación.
El Ministerio del Interior ha dejado pasar el tiempo para evitar su ascenso y que cumpla los plazos legales de edad y antigüedad en el empleo para enviarlo a la reserva de forma anticipada. El general Garrido estaba en la diana del separatismo desde que en 2019 pronunció un discurso frente a la cúpula de los Mossos advirtiendo de que aquella ‘revolución’ de «las sonrisas se ha convertido en rictus de odio».
El Boletín Oficial del Estado publica este miércoles la orden interna ‘241’ por la que se dispone «el cese del General de Brigada don Pedro Garrido Roca, en el Mando de la 7.ª Zona de la Guardia Civil, Comunidad Autónoma de Cataluña». Citando la ley de Régimen del Personal de la Guardia Civil y «a propuesta de la Directora General de la Guardia Civil y con la conformidad del Secretario de Estado de Seguridad», Marlaska firma el cese del general Garrido y su pase a situación de reserva «por cumplir los 4 años de permanencia en el empleo».
Efectivamente, el mando de la Guardia Civil en Cataluña cumplirá el próximo 1 de abril 4 años desde el día en que fue ascendido a general de brigada y, por tanto, deberá pasar a la reserva. Lo hará con 62 años, pese a que el otro requisito de la ley que le obliga a pasar a la reserva eleva la edad para su ‘jubilación’ hasta los 63 años que cumpliría este año.
Interior, explican fuentes de la Guardia Civil, podría haberle mantenido en el cargo si hubiese decretado su ascenso a general de división, hecho frecuente para aquellos que ostentan el mando de Zonas de la Guardia Civil. Pero ha dejado pasar el tiempo y no le ha propuesto para ello, por lo que la ley es clara y obliga a su cese.
En caso de haberle propuesto para ese ascenso, para el que las mismas voces explican que cumplía todos los requisitos, la edad de pase a la reserva se habría elevado desde los 63 hasta los 65 años. Pero en Interior, que decide a dedo estos ascensos, no hubo ninguna intención de ascenderle, pese a que había cupo para ello -el pasado 9 de marzo, por ejemplo, se ascendió a cinco generales de la Guardia Civil-. Quizás, explican fuentes internas del Instituto Armado, por haberse convertido en una figura muy incómoda para el independentismo catalán.
Azote del separatismo
El general Garrido, nombrado en mayo de 2018, apenas una semana antes de la moción de censura que descabalgó al Gobierno de Mariano Rajoy, no ha escondido su oposición frontal al independentismo radical. Lo escenificó especialmente durante el discurso que dio en octubre de 2019 con motivo de la celebración del día de la Patrona del Cuerpo.
Aquel acto, en el que estaba presente el entonces director de la Guardia Civil Felix Azón y la cúpula de los Mossos d’Esquadra, se producía unas semanas después de que agentes del Servicio de Información y operativos de la Unidad Especial de Intervención desarticulasen un comando CDR dispuesto a cometer una acción con explosivos coincidiendo con la publicación de la sentencia del 1-O.
De las «sonrisas» al «odio»
«Las pretendidas sonrisas revolucionarias se convierten, con más facilidad de la que cabe pensar o desear, en tan sólo el rictus que disimula el odio y la mezquindad, capaz de generar destrucción, dolor y sufrimiento bajo la justificación de la defensa de una causa que la ley no contempla», sentenció el general Garrido bajo la atenta mirada del entonces comisario jefe de la policía catalana, Eduard Sallent.
Nada más terminar el discurso, la cúpula de los Mossos -visiblemente molesta- abandonó el acto sin esperar a su conclusión. Esa tarde, el Gobierno de Pedro Sánchez tuvo que enviar a la delegada del Gobierno en Cataluña como emisaria para calmar los ánimos en la Generalitat tras las palabras del general.
Garrido advirtió de que la Guardia Civil combatirá «sin tregua ni pena a quienes recorran el camino a la independencia siguiendo la senda del terror. Acabarán su recorrido a disposición de la justicia, y pendientes de la resolución que los tribunales adopten». «Y lo volveremos a hacer», aseguró en un guiño al «ho tornarem a fer», uno de los mantras del separatismo. Desde entonces, consideran hombres a su cargo consultados por OKDIARIO, quedó «sentenciado».
De ETA a los CDR
Pedro Garrido Roca nació en Lérida en 1958 y proviene de una familia tradicionalmente vinculada a la Guardia Civil. En 1980, con 22 años, ingresó en la Academia General Militar de Zaragoza, donde se licenció como teniente de la Guardia Civil dos años más tarde.
Aquellos no eran años fáciles para un guardia civil joven (acababa de ocurrir el 23-F), y menos lo fueron para Garrido en sus primeros destinos. Fue enviado a la Comandancia de Álava como miembro del Servicio de Información, la unidad cuya misión prioritaria era acabar contra ETA. Casi siempre de ‘paisano’. Eran los llamados ‘años del plomo’, en los que Garrido tuvo que asistir a numerosos funerales de compañeros asesinados por la banda terrorista.
Esa generación, curtida en la lucha contra ETA en el País Vasco en los años 80, está formada por «un grupo de agentes, hoy casi todos altos mandos y muchos ya jubilados, muy meticulosos con su trabajo, dedicados en cuerpo y alma a España» explican fuentes de la Guardia Civil. No es casual, por ello, las menciones q
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