Begoña Uña, de la Asociación Pro Guardia Civil, consigue que un papa hable por primera vez de la relación de la iglesia vasca con ETA.
Una condena ante esa falta de sensibilidad, de tacto para con nuestras víctimas, era lo que echábamos en falta". Los cinco años que estuvo destinada en la provincia de Vizcaya, la guardia civil Begoña Uña Cantalapiedra pudo comprobar el modo en el que el terrorismo de ETA había marcado la vida de sus compañeros. Los peores tiempos iban quedando atrás, pero muchas heridas permanecían abiertas.
Begoña tiene 49 años y lleva 25 en el Instituto Armado. Entre el 2000 y el 2005, la destinaron al puesto de Galdácano como agregada en la fábrica de intervención de explosivos.
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