Quizás si se hubiera anunciado, el dispositivo no habría funcionado con la normalidad con la que durante todo el día de ayer la Policía Nacional suplantó a los Mossos d’Esquadra en varios puntos emblemáticos de la ciudad de Barcelona después
de que la policía catalana concentrara a buena parte de sus uniformados en la jornada electoral. La Guardia Civil hizo lo propio en zonas rurales en las que en su momento tuvo asignadas las competencias de seguridad ciudadana antes del despliegue de los Mossos del 2005.
Hace dos semanas, la delegada del Gobierno en Catalunya, Teresa Cunillera, citó en su despacho de Barcelona a los máximos responsables de los Mossos, la Policía Nacional y la Guardia Civil. Al encuentro asistieron el mayor Josep Lluís Trapero, el comisario principal José Antonio Togores y el general Pedro Garrido. La reunión tenía como único punto del día la jornada electoral del 14 de febrero y se desarrolló en los términos habituales de distensión y excelentes relaciones. La delegada preguntó directamente al jefe de la policía catalana: “¿Os podemos ayudar en algo? Aquí nos tienes”.
Trapero en ese momento ya había decidido con el resto de los comisarios de la jefatura y el conseller de Interior, Miquel Sàmper, destinar una pareja de policías a todos los centros de votación en Catalunya, con presencia ininterrumpida toda la jornada electoral. Un dispositivo sin precedentes que obligaba a echar mano de prácticamente toda la plantilla de servicios centrales y de seguridad ciudadana.
El ofrecimiento
La delegada Cunillera preguntó a Trapero si necesitaban ayuda para la jornada electoral
“Y tanto que nos podéis ayudar”, vino a decir Trapero, según han explicado a La Vanguardia fuentes al corriente de la reunión. Los Mossos propusieron a la Policía Nacional y a la Guardia Civil suplirlos en los puntos estáticos de prevención antiterrorista y que se encargaran además del control del cierre perimetral comarcal que sigue vigente en Catalunya por las restricciones de la pandemia.
La propuesta de los Mossos fue muy bien recibida por Togores, Garrido y sus respectivos equipos, así como por la delegada del Gobierno, que comunicó personalmente al secretario de Estado de Seguridad del Ministerio del Interior, Rafael Pérez Ruiz, el plan, que requería un refuerzo puntual de la presencia de la unidad de intervención policial (UIP) en Catalunya. Un refuerzo de efectivos para cubrir todos los puntos de prevención antiterrorista que habitualmente controlan la Brimo y la Arro de los Mossos.
En el caso de la Guardia Civil, aunque también se valoró sumar más guardias con el traslado de personal desde comandancias cercanas como Valencia o Zaragoza, finalmente el general Garrido entendió que era suficiente con la plantilla de Catalunya.
Pasar página
Los mandos policiales celebran el éxito de la jornada, que constata las buenas relaciones
Barcelona regaló sin duda las estampas más características del dispositivo de colaboración. Durante todo el día, la Policía Nacional se encargó de la vigilancia de puntos tan emblemáticos como la Sagrada Família, la catedral, la plaza de Catalunya o la Rambla. Su presencia fue especialmente visible en el exterior y el interior de la estación de Sants, donde asumieron la inspección de las idas y venidas de pasajeros teniendo en cuenta que sigue vigente el cierre perimetral que impide, salvo justificante, cambiar de comarca en Catalunya.
La jornada se sucedió sin un solo incidente. Los policías nacionales, como ocurre a los mossos en estos puntos clave, se dedicaron principalmente a gestionar dudas y requerimientos de ciudadanos y algunos pocos visitantes.
Prácticamente desde que los Mossos asumieron las competencias de seguridad ciudadana y salvo ocasiones muy puntuales la imagen de ayer no se había visto antes. Tanto para la delegada Cunillera como para los responsables policiales se trata del mejor ejemplo de colaboración de los últimos tiempos y que evidencia que no solo se ha pasado página sino que ya se trabaja de lleno en otro escenario.
Ni silicona en las cerraduras
Tal fue la normalidad en la constitución de los centros de votación que en la primera reunión del Cecor (centro de coordinación operativo), hubo tiempo para que algunos jefes de región, como el comisario de la metropolitana norte, Sergi Pla, contaran que un miembro de mesa se había ido enojado del centro electoral porque el EPI que le habían proporcionado era imposible que entrara con su envergadura física. Ni siquiera los habituales incidentes de silicona en las cerraduras de los colegios se notificaron. Hasta el punto de que en municipios como Sant Cugat
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