Más de 11 años después de un trágico accidente en la Escuela de Policía ha llegado la sentencia. La Audiencia de Barcelona ha condenado a cinco meses de prisión a J P H. R. por un delito de lesiones que causan inutilidad cometido por imprudencia grave.
El condenado era instructor en la Escola de Policia del Institut de Seguretat Pública de Catalunya en febrero de 2009 cuando disparó accidentalmente su pistola durante un ejercicio impactando la bala hacia una aspirante a Mossos d'Esquadra que sufrió heridas en una pierna que le han derivado en varias secuelas.
La sentencia, a la que ha tenido acceso este diario, indica que el condenado se encontraba junto a otro instructor en el aula de desplazamientos, «conocida como killer house", para explicar a los aspirantes a policía la forma de entrar en una vivienda con un arma para sorprender a los sospechosos.
Esta aula tenía una primera zona que simulaba un piso y por encima una pasarela en la que los alumnos e instructores pueden ver el ejercicio del resto de compañeros. El día del siniestro los docentes se encontraban en la primera zona para explicar mejor la forma de entrar a registras mientras que unos 20 alumnos, entre ellos la víctima, estaban en la pasarela.
El tribunal señala que el condenado debía demostrar la mejor manera de apuntar con el arma de frente a un delincuente que supone una amenaza y para ello usó su arma reglamentaria pese a que incumplió "las normas del centro que prohíben" que estas pistolas lleven el cargador incorporado. Según el tribunal el condenado "cogió el arma la sacó de la funda se giró poniéndose de espaldas a los alumnos corrió la corredera y se dio la vuelta.
Enseñó el arma abierta a su compañero, que no miró, y al resto de alumnos que no tenían buena visibilidad para ver que el cargador estaba puesto". Pese a esto, "incumplió su obligación de percatarse que el cargador estaba puesto, volvió a correr la corredera con lo cual el arma quedó preparada para disparar y apuntó hacia delante donde estaba dentro de su trayectoria" la víctima, aunque hacia el suelo.
Entonces "presionó el disparador, y por el impacto en sus manos del retroceso del arma subió ligeramente las manos de forma que el proyectil impactó en el muslo de la pierna derecha" de la alumna que tras recibir el disparo "comenzó a gritar de dolor".
Los instructores la atendieron tapándole la herida hasta que llegó el equipo de asistencia de la Escuela poco después. La alumna tuvo que ser operada de urgencia ese mismo día y a consecuencia de las lesiones por el disparo sufrió una trombectomía. La sentencia señala que actualmente tiene varias secuelas por estas heridas como dolor en el nervio femoral, limitación de la flexión activa de rodilla o una parálisis del nervio obturador.
"Las lesiones descritas son de carácter permanente en su mayoría, que no le impiden la realización de todas las labores de la profesión de Mosso d'Esquadra pero si le impiden y contraindican determinados trabajos físicos intensos y moderados sostenidos, por lo que determina que dentro del cuerpo de los Mossos, desarrolle un puesto de trabajo físico sedentario y ligero", señala el tribunal y añade que tampoco puede "desarrollar de forma normal actividades habituales de la vida, como hacer determinados deportes, conducir trayectos largos y en definitiva todos los que supongan estar mucho tiempo de pie o mucho tiempo sentada".
Por eso, la sentencia considera que se la debe indemnizar con más de 85.000 euros de los que la compañía aseguradora de la Escuela de Policía ya consignó unos 55.000 y el resto, más de 30.300, debe abonarlos tras la decisión judicial, aunque en caso de no hacerlo se declaró a la Generalitat como responsable civil subsidiaria. Además de la pena de prisión, el instructor tampoco podrá ejercer como docente durante cinco meses ni llevar armas durante un año.
El tribunal detalla que la propia declaración del condenado durante el juicio especifica que "la única posibilidad de que el arma disparara es porque estaba el cargador puesto, y concluye que inexorablemente puso el cargador a su arma aunque no lo recuerde" además de añadir que la semana anterior había estado de guardia y que en ese momento llevan el arma cargada, por lo que "ese día llegó a la escuela y por inercia sacó el cargador de su funda y lo puso en el arma".
"De forma clara ilustra al tribunal que cuando el arma está cargada al desplazar hacia atrás la corredera se ve el cargador, si el arma no está cargada al correr hacia atrás la corredera se ve el vacío, porque no hay nada, es un agujero", indica la sentencia que detalla que el condenado no se dio cuenta de que había una bala por una "ilusión óptica", tal y como le dijeron los psicólogos a los que fue para que le ayudaran a superar este trauma.
Sin embargo, los magistrados creen que cometió una imprudencia al llevar su arma reglamentaria en los ejercicios y no quitarle el cargador y la bala en la recámara. Señalan que el condenado pensaba que no lo tenía y por eso al apretar el gatillo y encontrar resistencia por el retroceso se le subió la pistola y alcanzó a la alumna. Por eso lo condenan.
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