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lunes, 17 de agosto de 2020

Un guardia civil se juega la vida echándose al mar para auxiliar a una familia atrapada en Vela Blanca

Este agente del Servicio Marítimo nadó con fuerte oleaje desde la patrullera S-39 hasta la cueva en la que habían pernoctado portando agua y alimentos para tranquilizar al grupo de seis personas

Un guardia civil se juega la vida echándose al mar para auxiliar a los atrapados en Vela Blanca
IVÁN GÓMEZ


El rescate este mediodía de seis personas, tres adultos y tres menores, que quedaron atrapados por la climatología adversa en la tarde del sábado en la cala de Punta Negra en Vela Blanca cuando practicaban paddle surf, no ha sido uno más. Si bien a lo largo del último mes ya han tenido que ser auxiliados al menos cuatro bañistas que habían desafiado el oleaje y no podían regresar a la orilla en diferentes playas del parque natural del Cabo de Gata-Níjar, la operación que se inició esta madrugada ha sido, sin duda, la más heroica y arriesgada.

Este tipo de rescates marítimos siempre entrañan peligro por el fuerte oleaje, pero el de hoy ha ido un paso más allá y posiblemente conlleve una solicitud de condecoración para el héroe anónimo que asumió la tarea más difícil en el despliegue del Servicio Marítimo de la Guardia Civil con la patrullera S-39 y una embarcación neumática del Grupo de Especialistas en Actividades Subacuáticas (GEAS). El agente se jugó la vida cuando más fuerte arreciaban las olas contra las piedras y cuevas milenarias en las que se encontraban los rescatados.

No se lo pensó dos veces y se enfundó su traje de neopreno para echarse al mar desde la embarcación a unos 150 metros de la costa cuando le autorizaron con las primeras luces del día, poco antes de las siete de la mañana, con provisiones como agua, alimentos y botiquín por si los requerían los apresados en una de las calas de Vela Blanca. Su presencia fue fundamental para el satisfactorio devenir de la operación que se culminó casi seis horas después con el rescate aéreo en el Helimer 220 de Salvamento Marítimo pasadas las doce y media.
Zarandeado por las olas logró nadar, como el corcho que siempre sale a flote, hasta las rocas en las que permanecían encaramados los seis miembros de una familia que habían visto como una tarde de diversión de paddle surf en este paraíso almeriense se convirtió en pesadilla al quedar atrapados por la fuerte zozobra de las corrientes marítimas. Durante l

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