El lote cuesta 5.000 euros en total, con lo que cada mascarilla sale por algo menos de cuatro euros; el resto de agentes utiliza las prendas quirúrgicas, cuyo coste apenas llega a un euro
La Dirección General de la Guardia Civil ha comprado 1.350 mascarillas de alta gama para sus jefes con el fin de que estos vistan una prenda más adecuada en actos institucionales. Así lo ha trasladado el propio organismo dirigido María Gámez a la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), mayoritaria en el cuerpo, que pidió al Gobierno a través del Portal de Transparencia información sobre el paquete de material de protección que había contratado la Dirección. Las mascarillas, según la respuesta del Ejecutivo, fueron suministradas por la mercantil Sagres, especializada en proveer de uniformes a policías y guardias civiles.
Según la respuesta de la Dirección General, el paquete de mascarillas ha tenido un coste de 5.000 euros, lo que supone casi cuatro euros por unidad. El material fue adquirido por el organismo dependiente del Ministerio del Interior con el fin de cubrir la cara de "todo el personal que formó parte de los actos institucionales" celebrados para la toma de posesión de los nuevos miembros de la cúpula de la Guardia Civil así como para el "acto de despedida de la bandera en la Academia de Oficiales" de la corporación y el "personal de distintas unidades".
La decisión de dotar de este material de protección a altos cargos de la corporación y no a los agentes de base ha molestado precisamente a la asociación que ha pedido la información, que recuerda que la inmensa mayoría de los funcionarios del instituto armado utiliza mascarillas quirúrgicas cuyo precio se sitúa por debajo de un euro. "Nuevamente los altos mandos se preocupan de ellos mismos y no por el conjunto de los guardias civiles", valoran desde AUGC.
"Mientras se han comprado mascarillas personalizadas, los guardias civiles no disponen ni de las de tela, o incluso algunos de ellos han sido advertidos por utilizarlas, como ocurrió al inicio de la crisis sanitaria", se quejan desde la asociación, que considera que la compra "debía haber sido para todos los miembros de la Guardia Civil y no para unos pocos"
Desde la Dirección General del cuerpo, por su parte, niegan que el material haya sido adquirido solo para algunos responsables del instituto armado. "Se compró esa pequeña cantidad para probar unas cuantas con la idea de comprarlas luego para todos los miembros de la corporación en función de la evolución de la pandemia", justifican fuentes oficiales del departamento dirigido por María Gámez. De momento, continúan, "se han repartido en esos actos y en algunas unidades de la Dirección General" que las fuentes consultadas no concretan.
Desde que estalló la crisis sanitaria, la polémica en torno a las mascarillas en el seno de las fuerzas de seguridad ha estado servida. Al principio de la pandemia, en el mes de marzo, cuando escaseaba el material de protección hasta en los hospitales, AUGC denunció la escasez de mascarillas y el hecho de que la Dirección General ni siquiera permitía que los agentes llevaran al trabajo sus propias prendas. La asociación acusó entonces a los responsables del instituto armado de ejercer su cargo "de manera autoritaria" por abrir expediente a los funcionarios que se traían sus equipos de casa.
Algunos mandos, según señaló AUGC, se dedicaron "a vigilar y amenazar a agentes para que no portasen guantes y mascarillas particulares". La asociación dijo que estos jefes argumentaban que los guardias no podían llevar este material porque así generaban "alarma social" ante la ciudadanía. "Parece que muchos responsables se olvidan de que estamos en estado de alarma", apuntó AUGC en un comunicado que ponía en evidencia a los mandos del cuerpo, que a través de la Dirección General defendían que el Ministerio del Interior estaba proporcionando todo el material que necesitaban los funcionarios, extremo que la asociación negó rotundamente.
La misma polémica se repitió igualmente en el seno de la Policía Nacional durante los primeros momentos de la crisis sanitaria. Un miembro de las unidades antidisturbios se presentó en su puesto de trabajo con una mascarilla que se trajo de casa. Ante los escasos equipos de protección individual que proporcionaba por aquel entonces la Dirección General —argumentó el agente—, no cabía otra que actuar. Su mujer estaba embarazada y entendía que toda medida es poca para evitar contagiarse él y traspasarle el coronavirus a ella. Así se lo trasladó de hecho a su jefe cuando este le llamó al orden. El superior, sin embargo, le pidió que se quitara la mascarilla y le recordó que existe una instrucción de la Jefatura Superior de Policía de Madrid que prohíbe utilizar todo tipo de material profiláctico que no esté validado por el Departamento de Riesgos Laborales del instituto armado.
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