El joven colegiado perdió el bazo tras la agresión en un partido de fútbol disputado en el polideportivo de Burjassot
El policía nacional que agredió a un árbitro menor de edad durante la disputa de un partido de fútbol se enfrenta a cinco años y medio de prisión. La fiscalía, además de la petición de pena, reclama una indemnización de 20.000 euros por las secuelas que sufrió el colegiado. La víctima, menor de edad en el momento de los hechos, perdió el bazo como consecuencia de la gravedad de las lesiones.
El incidente ocurrió el 17 de febrero de 2013. El Mislata Unión de Fútbol se medía contra el equipo de Los Silos. El encuentro, de Segunda Regional, se celebraba en el polideportivo de Burjassot. El resultado era de empate. Faltaban apenas tres minutos para el final del choque cuando el joven Héctor señaló una falta. El policía nacional, Alberto M. M., expresó su disconformidad con la decisión e insultó al joven: «Eres un subnormal, vete a cagar». A continuación, el árbitro le mostró la tarjeta roja.
A partir de ese momento, los improperios se convirtieron en golpes. El agente, que jugaba en el Mislata, se aproximó al árbitro y sin mediar palabra le propinó un puñetazo en la cara. No se detuvo ahí en su ataque. Una vez en el suelo, siguió su agresión con sendas patadas en el costado y la espalda.
Una de estas agresiones le causó una abundante hemorragia que terminó con la pérdida del bazo. Además, también fue sometido a una intervención para corregir la desviación del tabique nasal causada. Permaneció una semana en el hospital. Durante cerca de dos meses no pudo asistir al instituto en el que cursaba sus estudios.
La fiscalía considera que los hechos constituyen un delito de lesiones con la circunstancia agravante de alevosía. Reclama la citada indemnización para el joven por las secuelas y otros 3.000 euros por las lesiones. Además, pretende que el acusado pague el coste de la atención sanitaria a la Generalitat.
El acusado, de 27 años de edad, permaneció durante seis meses suspendido de empleo y sueldo. El agente llevaba dos años destinado en Valencia en la Unidad de Protección y Seguridad (UPS), un grupo que se encarga de la vigilancia de algunos edificios y de los traslados de los detenidos a los juzgados y al Hospital General.
El funcionario se reincorporó a su puesto en la Policía Nacional en noviembre de 2013. Se desconoce si actualmente sigue en la misma unidad. Durante la instrucción, reconoció que propinó un manotazo al menor, pero negó las patadas. Sin embargo, numerosos testigos incluyeron las patadas en su relato de hechos.
La agresión desató una ola de solidaridad en toda España. La víctima, que entonces cursaba el segundo curso de Bachillerato, recibió numerosos homenajes en la Comunitat y fuera de ella. Entre ellos, el del Valencia CF. En todos los campos de la Comunitat se celebraron actos de condena de la violencia y de apoyo a los colegiados al siguiente fin de semana del brutal ataque. La Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) también mostró su respaldo. Además, el suceso abrió el debate acerca de un problema hasta esa fecha silenciado: la inseguridad que cada fin de semana padecían miles de árbitros de categorías inferiores.
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